El otro día vi un vídeo generado con Sora 2. Michael Jackson, 2Pac y Kobe Bryant caminando por la calle. Cantando. Riéndose. Como si siguieran vivos. Y aunque todavía no tengo acceso, creo que se ve claramente hacia dónde vamos.
Cuando apareció Sora 1, pensé que significaba “vídeos de stock infinito”. Un paso lógico: automatizar los planos, los fondos, los clips genéricos. Pero Sora 2 cambia por completo la ecuación. Ya no hablamos de stock. Hablamos de protagonizar.
De repente, cualquiera puede grabarse sin grabarse. Vivir sin vivirlo. Estar en lugares donde nunca estuvo. Y hacerlo todo sin salir de ChatGPT. Ahora, la promesa ya no es “crear más contenido”, sino existir en más contextos. Y eso, aunque parezca fascinante, también da algo de vértigo ¿no crees
El falso espejismo de la creación
Creo que el verdadero peligro no es la IA. El peligro es creer que creamos cuando en realidad solo consumimos.
Porque cada vez que subes un vídeo, un texto, una idea, lo que realmente haces es entrenar al sistema. Sora 2 no te hace más creativo, te convierte en un generador de datos. Tú crees que produces algo único, pero la realidad es que el modelo aprende de ti y luego replica versiones mejoradas de lo que funciona. Y eso creo que cambia el sentido de la palabra “crear”.
El ciclo es perfecto: tú creas, ellos aprenden, tú consumes, ellos controlan. La ilusión de la originalidad se convierte en un espejismo que se retroalimenta. Y cada vez que pensamos que estamos innovando, solo estamos puliendo la misma forma desde otro ángulo.
El fin del espectador
Quizá el futuro de las redes no sea subir vídeos, sino ser los vídeos. Mini-cortos donde tú eres el protagonista, aunque nunca hayas estado ahí. Autobiografías falsas que parecen más verdaderas que tu propia memoria. Versiones de ti caminando, hablando, sonriendo, repitiendo una vida que no viviste. ( Algo que ya se hace en instagram pero en vídeo puede ser brutal)
Y entonces la frontera entre creador y espectador se romperá. Ya no miraremos pantallas: las pantallas nos mirarán a nosotros. Ya no se tratará de documentar lo que vivimos, sino de vivir lo que documentamos. Será el punto en el que lo real y lo inventado empiecen a mezclarse sin que sepamos distinguirlo.
Cuando eso ocurra, ¿qué nos quedará?
Si todo puede ser replicado, mejorado, automatizado, ¿qué valor tiene lo que hacemos? ¿Qué sentido tiene crear algo que no puede ser auténtico?
Lo que aún no puede copiarse
No te lo digo para asustarte. Te lo digo porque creo que hay que pensar antes de volverse loco. No es solo una herramienta más, es un cambio sustancial. Y si no lo cuestionamos ahora, cuando queramos darnos cuenta ya no seremos nosotros quienes decidamos qué contar. Será el algoritmo quien lo decida por nosotros.
Por eso, más que aprender a usar IA, debemos aprender a conservar una voz que no pueda copiarse. A mantener un estilo, un criterio y una mirada crítica que no dependan del modelo, sino de la conciencia detrás del modelo. Porque la creatividad no va a morir con Sora 2, pero sí va a cambiar de lugar. Pasará del “qué hago con la IA” al “qué hago para seguir siendo yo en medio de la IA”.
La última frontera
Quizá el futuro Sora 5 no sea solo una revolución técnica, sino una revolución narrativa. Ya no bastará con generar contenido: habrá que crear significado. No ganarás por la velocidad de producción, sino por la claridad de pensamiento. Y eso, curiosamente, nos devuelve al origen: a la mente humana.
La tecnología se encargará de generar. Nosotros tendremos que encargarnos de decidir qué merece ser generado. Ahí estará la nueva frontera. Y los pioneros no serán los que usen la IA más rápido, sino los que sepan interpretarse mejor a sí mismos dentro de ella.