Es una pena que no se utilicen más a los mejores creativos de este país.

Lo digo claramente y más ahora que soy Padre.

Y , sobre todo, cuando la creatividad está a la orden del día como la herramienta para solucionar y mejorar la situación de muchos problemas que tenemos a día de hoy.

Aquí un estudio de hace unos días donde la creatividad es lo que más buscan las empresas hoy en día.

¿Y si os dijera que estamos dejando de lado a los mejores creativos de este país?

Así, es.

Este es Eloy. Mi hijo.

Guapísimo. Pero a parte de eso, en lo que concierne a la creatividad, me da mil vueltas.

Y si encima, se le dirige bien, las posibilidades aumentan y son inmensas.

¿Por qué digo esto?

Porque mi hijo, es vuestro hijo.

Me explico:

Todo los niños tienen una capacidad, que no solo deberíamos de potenciar sino aprovechar, para los problemas que los adultos queremos y pretendemos resolver.

Pero ¿por qué los niños son mucho más creativos que los adultos? ¿Cómo potencian ellos la creatividad?

Ellos tiene una gran ventaja que los adultos ya no tenemos.

Ellos no saben lo que no es posible. Es decir, para ellos, todo es posible.

Todo es factible.

Y este punto de partida, aunque parezca una tontería, es una de las primeras leyes a tener en cuenta en un proceso creativo.

Ellos crecen alrededor de cuentos de hadas, mundos mágicos y herramientas tecnológicas que hacen cosas increíbles.

Para ellos, todos los problemas se pueden resolver.

No hay reglas.

Y esto es otra de las leyes a tener en cuenta en todo proceso creativo: la inexistencia de las reglas o simplemente, romperlas.

A diferencia de nosotros los adultos, que estamos rodeados de reglas, regulaciones, leyes y conformidades.

Seguro que más de alguna vez habréis visto o presenciado, que al afrontar una tema creativo, haya gente que lo primero que diga sea lo que no se puede hacer o no se pueda conseguir.

¿Verdad?

Pues esos, o cambian el chip o mi consejo es que salgan de la reunión.

Pero no es culpa de ellos, es de nuestro cerebro.

Tenemos tres. El reptiliano es el culpable. Solo tiene una función: sobrevivir y prosperar.

Y todo aquello que le impida conseguir su objetivo, le hará activar mecanismos de defensa que serán reproducidos a través de diferentes vías.

La primera, la negación de lo que no se puede hacer o de lo que no quiere hacer porque le impediría prosperar y sobrevivir en su día a día.

¿Cuántas veces habéis preguntado a algún compañero para que hiciera algo fuera de su día a día y su primera respuesta ha sido negativa?

Ya sabéis una de las razones…

Volviendo a los niños.

Sin patrones de pensamiento, ni suposiciones.

Los niños no tienen.

Ahí reside su magia.

A mi me sigue pasando aún sabiendo todo esto.

El otro día tenía que dirigirme a un plató. Voy en moto. El plató está en un lugar que sé cómo llegar pero no voy a menudo. Llego tarde. Conozco el camino, el seguro, el que da más vuelta y se tarda más. Por un momento, pienso que si fuera por el otro camino que también conozco, pero menos, llegaría antes.

En ese momento, mi cabeza se debate hasta el último volantazo, sobre qué camino coger. Y en muchas ocasiones, opto por el que me dice mi cerebro reptiliano. Cuando hago lo contrario, voy en alerta, nervioso, preparado a perderme, es decir, incómodo.

El cerebro nos hace seguir nuestros patrones de conducta y eso se reproduce en nuestro día a día.

Las mejores ideas se me han ocurrido los días que he ido por el camino menos habitual.

Pero muchos pensaréis, que los adultos creativos, desarrollan una serie de procesos que hacen que el pensamiento creativo sea más profundo, más estratégico, con más intención.

Y es cierto.

Pero la mayoría de las veces, eso hace que la creatividad, parta coaccionada, limitada.

Y está claro que toda innovación y creatividad necesita vivir en mundo de restricciones.

Idear la mejor solución y luego preguntarse ¿por qué no?

La hija de Edwid Land preguntó un día a su padre que por qué no podía ver la fotografía que acaba de hacer. Su insistencia le hizo inventar, la polaroid.

En 1995, un niño de 11 años, se hizo una pregunta: ¿Por qué no podemos hablar debajo del agua?

Y nacieron los Water Talkies.

Hazte tantas preguntas como hacen los niños.

Y piensa como uno de ellos, como un niño.

Al fin y al cabo, antes lo hacías todo el rato.


Puedes unirte a este grupo de 1188 personas a quien nos gustan este tipo manera de ver las cosas para mejorar nuestro día a día.

Apúntate aquí abajo.

Publicado por

Jorge Guillén García

Me apasiona descubrir y presentar historias que convierten. ¿Qué necesitas contar? Casado, padre de Eloy y entusiasta de las Pizzas Napolitanas.

¿Qué opinas?

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s