Era 1992 y todavía recuerdo estar pegado al televisor viendo a este troll llamado Hugo, de origen danés, con un espacio propio dentro del programa presentado por Carmen Sevilla, el Telecupón. En éste, los espectadores desde casa podían dirigir a Hugo por las vías del tren utilizando las teclas del teléfono de casa. Más tarde y debido a su éxito, se creó un espacio único, Hugolandia, donde los niños tenían que usar el teléfono de su casa para jugar con este simpático duende y el ganador del día podía participar en la gran final semanal que se emitía los domingos. ¿No os parece una grado máximo de interacción para aquella época?
Por esas fechas, no existían los smartphones, ni las aplicaciones y menos aún, el concepto de segunda pantalla como hoy en día se entiende. Entonces ¿qué se buscaba? Simplemente interactuar con el espectador y provocarle un sentimiento de participación con …
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